Mito de la leprosa y el niño

Cuenta este mito sobre la historia de una leprosa la cual se dedicaba a pedir limosnas en las Plazas de Armas. Un día de todos los cuales la leprosa andaba caminando pidiendo limosnas, un niño se le acercó e insulto de mil maneras a aquel leprosa por su aspecto tan diferente. La leprosa al escuchar las palabras de ese niño, ni corta ni perezosa, lo maldijo diciéndole que el próximo familiar cercano que nazca tendrá la misma enfermedad.

Años después, no se le volvió a ver a aquel leprosa que mendigaba y el niño, quien ahora era un adulto, ahora esperaba el nacimiento de su hijo. Mientras atendían a su mujer quien estaba dando a luz se cuestionó sobre aquel maldición quien fue lanzada por aquella leprosa. Los médicos antes de hacer pasar al hombre para que pudiera ver a su hijo, le mencionaron que su hijo era portador de lepra.

El padre siguió cuestionándose si aquella lepra la cual tenía su hijo fue por aquella maldición. A medida que pasaban los años el niño seguía empeorando su enfermedad. El hombre al sentir tanta angustia por su hijo buscó por toda plaza de armas aquel leprosa, sin conseguir resultados. Desesperado entra a una iglesia a pedir perdón por aquellos comentarios que le dijo a la leprosa. Llegando a los llantos, ve a aquel leprosa y le suplica que le quite la maldición,  la leprosa le dice que ya no se acordaba de haber echado ninguna maldición a nadie. El padre observó que la leprosa ya no tenía nada. Al cumplirse la maldición, toda la lepra la pasó al niño. 

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